La economÃa europea resiste en medio de las incertidumbres globales
La economÃa europea resiste de momento el complejo entorno global. El PIB de la eurozona creció un 0,4% en el último trimestre del año según Eurostat, una décima menos que en la anterior previsión de la agencia estadÃstica, y al mismo ritmo que en el tercer trimestre.
En tasas anuales, la economÃa del euro avanza un 1,7% respecto al mismo periodo del pasado año, con Alemania y Francia retomando el impulso perdido en los últimos tres meses en un decisivo año electoral para ambas potencias. BerlÃn pasa de un débil tercer trimestre en
el que apenas creció una décima, a progresar un 0,4%, mientras que ParÃs dobla su avance del 0,2 al 0,4%.
La zona euro sigue impulsada por los vientos de cola que proporcionan los bajos precios de la energÃa, la depreciación de su moneda ante el dólar y unos tipos de interés que permiten una financiación barata, pero la visión de conjunto oculta sin embargo las debilidades internas
que habitan dentro de los Diecinueve. Italia sigue sin remontar con un anémico crecimiento del 0,2%, la mitad que sus socios europeos, y las previsiones de Bruselas para los próximos ejercicios no son optimistas: seguirá a la cola de Europa con una tibia mejora del 0,9% este
año y del 1,1% el próximo. Mientras, Grecia sigue en tasas negativas entre el runrún del fracaso de su programa de rescate, aunque se espera que este año vuelva a crecer.
Más al oeste, el relato entre los paÃses del Sur del continente tiene sin embargo matices positivos: España consolida su posición en el vagón delantero al crecer siete décimas en el último trimestre, la tasa más alta de entre las grandes economÃas del euro, y dentro de la UE solo
por detrás de varios paÃses del Este entre los que destaca el robusto crecimiento de Polonia, del 1,7%. Portugal sigue sorprendiendo favorablemente gracias a la mejora del consumo privado y las exportaciones, con un avance de su economÃa del 0,6% en el último trimestre
y una mejora anual del 1,4%, por encima de lo que esperaba el propio Gobierno luso.
El ritmo de crecimiento europeo no se ha visto afectado aún por los múltiples retos que le aguardan en 2017. La Administración Trump acaba de tomar posesión hace escasas semanas y aún se desconocen los efectos que su polÃtica comercial proteccionista puede tener sobre
Europa, su principal socio, y especialmente en Alemania, la gran potencia exportadora. El pasado año fue el de la decisión del Brexit pero su materialización se iniciará con la aplicación del artÃculo 50, previsto para marzo, y unas negociaciones tensas amenazan con generar
volatilidad en los mercados. Los precios de la energÃa, que han supuesto un multimillonario ahorro para las arcas europeas, ya han iniciado su escalada levantando en paralelo la inflación. Y el superciclo electoral, con comicios en Holanda, Alemania, Francia y posiblemente Italia,
puede suponer una fuente de desestabilización.
Las últimas previsiones de Bruselas apuntan a un 2017 sin grandes cambios. El escenario central de la Comisión augura un crecimiento del 1,6%, un paro a la baja estabilizándose en el entorno del 9,6% y una inflación que se aleja de tasas negativas. Tampoco espera sobresaltos
en 2018, que mantendrÃa una tendencia ligeramente positiva, sin grandes alegrÃas, con un ligero repunte del crecimiento y una caÃda del desempleo. Tras los duros años de la Gran Recesión, en los que era la economÃa la mayor causante del deterioro de un gobierno, en la era de
Trump, el Brexit y los populismos, la ecuación parece haberse invertido: sin minusvalorar cuestiones como la fragilidad del sistema bancario italiano o el sempiterno drama griego, la polÃtica se ha convertido en el principal riesgo para el crecimiento económico europeo.
Todas las expectativas económicas se basan en la continuidad del proyecto comunitario tal y como se conoce en la actualidad, pero el comisario de Asuntos Económicos, Pierre Moscovici, ya lo ha advertido: "Si gana Le Pen y su idea de sacar a Francia del euro y la UE, serÃa el fin
del proyecto europeo”. Y nunca antes un partido habÃa estado tan cerca de socavar los cimientos polÃticos sobre los que se asienta Europa como Marine Le Pen en la doble votación presidencial de esta primavera.